Hola, hola! La idea de este blog empezó con un post de Instagram que tuvo tanto éxito y les gustó tanto que decidí extenderlo. Quiero que todas las mamis flojas que me leen se identifiquen, se rían y se den un aplauso muy muy grande por el trabajo tan maravilloso que realizamos a diario.
La mamá floja, así le llamaban todos.
Tenía una casa desordenada, platos por lavar y a veces le daba de noche sin darse una ducha. ¡Qué descuidada! ¿no?
El tiempo no te rinde le decían.
Mientras todos opinaban, ella solo se quedaba en silencio cuestiónandose.
Hasta que un día alguien la hizo entrar en razón:
La mamá floja era yo.
Soy una mamá floja, porque decidí cargar a mi hija en brazos el tiempo que quiera.
Soy una mamá floja, porque di lactancia exclusiva a libre demanda y pasaba horas dando de comer a mi hija.
Soy una mamá floja por dejar unos platos sucios y jugar con mi hija.
Soy una mamá floja porque decidí no ducharme solo por no dejar llorar a mi hija.
Si es así, entonces soy la mamá más floja del mundo solo por poner las necesidades de mi hija por encima de las expectativas de los demás. Por supuesto cuando preguntan que hice en todo el día, la mejor respuesta es “criar”: el trabajo más hermoso del mundo.
Soy floja porque cambié una jornada de 8 horas por una de 24 horas, porque escogí no tener vacaciones, porque escogí poner la crianza de mi bebé como prioridad y por pensar cada día solo lo mejor para ella. Si es así, soy floja y a mucha honra, ¡también les digo que seguiré siendo floja toda la vida!
Quiero que entre todas entendamos que no eres ni más ni menos mamá por las decisiones que tomas. Bien sea que trabajes fuera de casa o que no, que des lactancia o fórmula, que tengas ayuda en casa o no… nada de esto influye. Todas somos mamás únicas, especiales y perfectas para nuestros bebés: nadie podría hacer este trabajo mejor que tú. Por favor recuerda esto siempre.
Quiero que esto sea un recordatorio para ustedes: la única que sabe lo que tu bebé necesita eres tú. Y lo estás haciendo bien, más que bien, genial diría yo. La próxima vez que alguien te diga floja, respóndele que sí, y con orgullo, porque de ahora en adelante para mí no habrá mejor halago que ese. Ahora cuéntame, ¿te consideras una mamá floja? ¿Por qué?
